En la mayoría de las costas la variación del nivel consiste en dos flujos de marea creciente y dos reflujos o mareas menguantes, con un período semi-diurno de unas 12,5 horas, variando la altura o magnitud durante cada mes lunar. Las mareas más altas ocurren cuando la Tierra, la Luna y el Sol se posicionan cerca de una línea recta –días de Lunas llenas y nuevas–, mientras que las más bajas se producen cuando se ubican en ángulo recto, en los períodos de creciente y menguante. El nivel máximo alcanzado por una marea creciente se llama pleamar; el mínimo, en un reflujo vaciante, bajamar. Esto se denomina al período en que la corriente marina se detiene, producto del cambio de mareas.
La energía contenida en una onda de marea consiste en la suma de dos componentes: La energía potencial asociada a la altura (h) a que se encuentra una masa de agua por sobre el nivel de la superficie oceánica y que en términos de trabajo extraíble depende de dicha amplitud h de la marea, elevada al cuadrado; La energía cinética, que es la capacidad de realizar trabajo que posee una masa de agua cuando avanza a una velocidad dada, y que resulta proporcional al cuadrado de dicha velocidad de desplazamiento.
A fin de aprovechar la energía potencial se construyen barreras para almacenar volúmenes de agua en bahías y estuarios, y generar electricidad descargándolos a través de las turbinas hidráulicas; la energía cinética se manifiesta en corrientes que hacen girar dispositivos rotatorios sumergidos, corrientes que llegan a ser significativas en localidades de geografía favorable. Otra forma de energía marina se encuentra asociada a las olas, un efecto indirecto de la dinámica mareal potenciado por los vientos sobre la superficie del mar: el movimiento vertical repetitivo, aun de amplitud moderada, puede transferir su energía a pistones que activan mecanismos de generación eléctrica. El potencial undimotriz global es elevado, por lo que se prueban tecnologías desarrolladas para su aprovechamiento.
Extrayendo la Energía Mareomotriz
En Hamburgo, se empleó la energía del mar hasta el siglo XIX para disponer aguas servidas por bombeo, y en Londres, mediante grandes ruedas instaladas bajo el London Bridge en 1580, se usó la energía de las corrientes por centurias para impulsar agua a la ciudad. El estudio moderno de tecnologías para la utilización de esta energía natural a escala industrial comenzó en el siglo XX, motivado por el crecimiento rápido y sostenido de la energía eléctrica; sin embargo, dado que los sistemas de gran escala basados en la combustión de fósiles satisficieron de modo mucho más fácil la demanda, sólo a raíz de los problemas ambientales es que la energía mareomotriz se ha vuelto a considerar con gran interés. En efecto, la energía mareomotriz es uno de los recursos energéticos renovables con más alta disponibilidad y, a diferencia de otras fuentes limpias de energía como la energía eólica, la solar o la geotérmica, la energía de mareas puede ser predicha con mucha anticipación tanto en magnitud como también en su momento de ocurrencia; sin embargo, similar a lo que ocurre con los otros recursos renovables que se distribuyen en amplias áreas, presenta dificultades para recolectarla y conducirla al lugar de uso final.
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