Por ‘confort térmico’ se quiere expresar la condición de satisfacción que uno siente por el ambiente en el que se encuentra desarrollando sus actividades. Resulta de un conjunto de valores óptimos de las variables que representan el interior del hogar y que hace que, vestidos de una forma apropiada, uno disfrute haciendo sus tareas; por el contrario, cuando no hay confort resulta difícil concentrarse y hacer un trabajo con agrado.
El cuerpo humano está diseñado para equilibrarse en sus funciones metabólicas en torno de los 37° Celsius. Cuando se expone por mucho tiempo a niveles superiores como 40° ó 45° Celsius, el cuerpo reacciona haciendo sentir dolor; cuando está en ambientes de 10° Celsius o inferiores, la rápida pérdida de calor llega a provocar fallas graves en órganos vitales. Por tanto, la primera condición para que una situación resulte confortable para el ser humano es que se satisfaga su balance térmico: que los mecanismos fisiológicos de la termorregulación del organismo sean capaces de mantener un equilibrio térmico entre la ganancia de calor (desde el ambiente exterior y de origen metabólico) y la eliminación de energía térmica que tiene lugar por la respiración, la transpiración y, especialmente, por el intercambio de calor con objetos y superficies más fríos.